- Leandro Vélez
- Robótica educativa, Ciencia Ficción
La robótica educativa como acceso a la tecnología
Pese a nutrirse de los más vastos campos de la ciencia y ser muchas veces la disciplina en la cual finalmente confluyen diversas ramas de la técnica, la robótica ha resultado ser una original puerta de ingreso al mundo de la tecnología.
Partimos de un hecho fáctico de la educación actual. Para enseñar cualquier disciplina a los más jóvenes hay que resolver a priori dos problemas: el desinterés y la complejidad.En respuesta a estos obstáculos, hay dos aspectos principales que facultan a la robótica educativa como una excelente actividad para iniciar a los niños y jóvenes en la generación de tecnologías, ayudándolos a transitar el pasaje del mero usuario al entendedor y luego al potencial generador de tecnología.
Lo primero que cabe destacar es el impulso que brinda la cultura, hablamos de todo el imaginario existente alrededor de los robots. Desde fines del siglo XIX en la literatura, y aumentando exponencialmente hasta hoy, el robot se ha convertido en un objeto cultural universalmente reconocible. Estas máquinas se manifiestan a veces como liberadores de cargas y trabajos para el hombre y por momentos como una amenaza para su seguridad.
En el genial legado de ciencia ficción de Isaac Asimov los robots debían regirse obligatoriamente por un estricto código “moral”:
Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
Pero pese a estas reglas, en la novela “Yo, Robot” (1950) la aplicación radical de estas leyes hace que las máquinas busquen dominar a los humanos para garantizarles su seguridad. Es una encantadora forma de explicar los dilemas que se desprenden de la relación entre el hombre y la tecnología. ¿Acaso nunca se sintió esclavo de su celular?.
Semejante influjo cultural, lleno de fantasía y mezclado con lo verosímil opera en los niños y jóvenes de forma casi irresistible. Impulsa en ellos el deseo de liberar su creatividad y su inteligencia allí donde los límites entre lo cotidiano y la ficción son borrosos. La voluntad de querer aprender tecnología se la debemos a este medio cultural que lo hace propicio.
Por otra parte, el segundo problema que mencionamos fue el de la complejidad. En este caso sale al rescate lo que llamamos tecnologías físicas, es decir educar partiendo de elementos tangibles. En las edades en las que el pensamiento abstracto no se ha terminado de desarrollar, poder operar con objetos reales y no meramente lógicos significan una puerta de acceso a la programación. Cuando un concepto como “variable” puede resultar demasiado abstracto para los estudiantes, aparece la oportunidad de aplicarlo a categorías concretas y cotidianas como puede ser una velocidad, la distancia entre el robot y un objeto o el volumen de un sonido. El trabajo de comparar y tomar decisiones en programación se manifiesta de esta manera como algo intuitivo y cercano, permitiéndoles a los alumnos incorporar la lógica necesaria para programar que subyace en estas actividades.
En las edades en las que el pensamiento abstracto no se ha terminado de desarrollar, poder operar con objetos reales y no meramente lógicos significan una puerta de acceso a la programación.
Es así que esta disciplina se posiciona como una excelente oportunidad para dar los primeros pasos en la comprensión de la tecnología. En nuestros cursos de introducción a la robótica los alumnos participan en una dinámica grupal y lúdica que los hace vivenciar desde adentro la producción de artefactos, consiguiendo en primer lugar una mirada crítica de la tecnología para luego posicionarlos como potenciales generadores de la misma.